Lección #4: Mente aturdida
¡Hola, Mareados!
Seguro se preguntarán cuál es la razón de mi basta lectura y esa razón solo lleva un nombre: mi maldita y ruidosa mente que, la verdad, no sé lo que quiere. Últimamente nos hemos convertido en una especie de contrincantes picones porque mientras yo quiero concentrarme en las cosas que más me gustan hacer ella se esmera en decirme “Mauricio, no te voy a dejar en paz”.
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Ilustración de Gemma Correll. Yo también pienso todo el día. |
Vértigo
Hace una semana tenía un examen importante para el que, según yo, me había preparado como para sacar un sobresaliente gigante, pero para mi sorpresa mi nueva mejor amiga decidió robarse la atención aquel día. Sencillamente me senté en la carpeta y pasó algo muy loco: no podía pensar, ni razonar, ni sentir, solo estaba sentado ahí, pero en realidad estaba en otro lado. ¿Resultado del examen? Un cero bien redondo.
Y así fue como mis pensamientos lograron apoderarse de mi sin anestesia. Claro que no eran pensamientos que yo quería tener porque por mi cabeza rondaban ideas que no hacían más que causar una especie de negatividad en mi cuerpo. Empecé a tener un sentimiento de vacío, de angustia, de embotamiento, de miedo, de pánico…Creo que mejor no continuo porque la lista va a ser muy larga.
Los dolores de cabeza aparecieron, el estrés también. Como ya les había dicho: algo se rompió. Y, lo que más puedo resaltar de estos nuevos episodios, son los pensamientos. De pronto, como por arte de magia y sin razón, o con muchas razones pero que aún yo no descubría, empecé a pensar en si lo que decía o no estaba bien, empecé a sentir miedo por todo y por nada, no era capaz de controlar aquel estado en el que había decidido meterse a mi cuerpo; en conclusión, pasé a un estado de alerta total, un estado de…pánico.
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La palabra "nada" para ti y para mi significa mucho, quizás demasiado. |
¿Autoayuda? No, gracias
A veces, creo yo, cometemos la torpeza de ir divulgando nuestro pesar a cualquier don nadie porque cuando necesitamos ayuda y no sabemos cómo controlarlo podemos caer en los brazos equivocados. Yo no sé si caí en algunos, pero lo que sí sé es que cuando empecé a comentar libremente lo que me pasaba solo fui juzgado. Aquí pongo algunas frases que escuché en ese entonces, ojalá alguno se sienta identificado y si no es así, pues lo siento mucho.
- Estás loco huevon, chill estás muy estresado
- ¡Ay, Mauricio! ¿Quién no se estresa hoy en día?
- Tómate una pastilla para dormir
La verdad es que sí hice casos a algunos consejos, pero la solución era algo para el momento. Por primera vez, sentí que no encajaba, sentí que quizás yo estaba exagerando y solo necesitaba dormir, pero no. Algo estaba pasando en mi jodida mente y ese algo se estaba apoderando de mí. Fue así como mi preocupación, el vértigo, pero también mi vergüenza me llevó a las manos del Dr. R (Rospigliosi es el apellido, pero por cuestiones de tiempo vamos a decirle así).
¿Quién diría que aquel sujeto lograría que yo encontrara respuestas en mi pasado? Un pasado que yo creía haber olvidado.
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Nuestro estrés, nuestro miedo, nuestra ansiedad son diferentes. |
Atentamente,
La Marea y yo.